miércoles, 24 de septiembre de 2025

Lo que el silencio se llevó

Era tan pequeña…
pero el dolor no tuvo piedad de mi tamaño.
El mundo se partió sin hacer ruido,
y yo me quedé sentada en el borde,
esperando…
como si aún pudieras volver.

Desde que te fuiste, algo en mí no creció.
Creció el cuerpo, sí.
Pero el alma… se quedó en esa habitación,
donde por última vez tus ojos
me dijeron sin palabras: ya no estaré.

Nunca hubo un adiós.
Solo un silencio torpe, largo,
que se instaló en la casa, en la ropa, en mí.
Y aprendí, sin quererlo,
que uno puede acostumbrarse a todo…
incluso a vivir sin lo que más ama.

Me acostumbré a no escuchar tu voz,
a no encontrarte en los rincones,
a no recibir tus abrazos a mitad del día,
a convivir con un vacío
que no hace ruido… pero pesa.

Y seguí, sí.
Pero dolía más.
Como una flor nacida entre ruinas:
con vida… pero llena de grietas.
Así crecí, así camino…
Fuerte por fuera,
un poco rota por dentro.

Y todavía me duele.
Me duelen los abrazos que no llegaron,
las palabras que quedaron flotando,
las versiones de mí que tú nunca alcanzaste a conocer.

Dicen que el tiempo lo cura todo.
Pero hay ausencias que ni el tiempo se atreve a tocar.
Hay vacíos que no se llenan…
se aprenden a cargar.

Y no escribo para entender.
Escribo porque a veces las palabras
son lo único que me sostienen.
Porque caminar sin ti
es como hablar en otro idioma:
todo suena raro…
Y todo duele un poco más.

Es que nadie me enseñó a vivir sin ti.
Y nadie debería…
Nadie tendría que entender esto.
Ni sentirlo.
Ni escribir sobre cómo es seguir…
seguir sin ti.

Y aun así, aquí estoy:
cosiendo versos con la voz rota
y el alma temblando.
Imaginando que un día…
cruzarás esa puerta,
sonreirás
y me dirás:
“No pasó nada, ya estoy aquí.”

Y yo sabré…
que esta vez ya no habrán finales.

jueves, 15 de mayo de 2025


Escribir no borra la pérdida,

pero la vuelve poema,

y es que poner en palabras el dolor

a veces es necesario.


Sobre todo porque algo como el duelo… 

cuesta.

Cuesta nombrarlo,

cuesta sostenerlo,

cuesta atravesarlo.


Y cada día creo estar bien.

Me digo a mí misma que volveré a verte,

que volveré a abrazarte,

a tenerte.


Pero es hoy cuando te extraño,

ahora es cuando más te necesito.

Cuando el mundo se calla

y tu ausencia suena fuerte.


Y es así, tal cual dice la canción:

todo se hizo para quebrarse.

Porque yo me derrumbo

cada vez que te necesito y no estás.


Mi corazón se partió ese 16 de junio

cuando dejaste de respirar.

Y es que a veces creo que lo hacías por ambas.

O cómo me explico que desde tu partida

la vida no es la misma,

que me cuesta respirar

cada vez que pienso que no estás.


Es un dolor que no se dice en voz alta,

un nudo que vive en la garganta,

amargo, íntimo,

mío.


¿Recuerdas tu anillo favorito?

Lo uso siempre,

como una forma de traerte conmigo,

de no soltarte del todo.

Pero no es suficiente.

Te juro que no es suficiente.


Me gusta pensar en ti,

hablar de ti,

aferrarme a tus recuerdos,

a tu voz inventando cuentos

para que la noche no doliera,

aunque tú ya supieras

que algo en ti se estaba apagando.


Recuerdo cómo bailábamos los domingos,

con la música a todo volumen

y la risa encendida.

Quisiera volver a hacerlo,

pero bailar sin ti

es como reír sin eco.


Y cuando pienso en tu risa —

esa risa tan mágica, tan especial—

me dan ganas de escucharla.

Solo retrocedería el tiempo para eso:

para oírte reír

una vez más.


Una vez más,

aunque después tuviera que perderte otra vez.

Porque un instante de tu risa

valdría mil silencios.

Y yo aún sigo aprendiendo

a vivir con todos ellos.

miércoles, 14 de mayo de 2025

 Me gustaría sentirme comprendida por alguien, porque sé que solo tú lo hacías, con esa forma tan tuya de mirar el mundo como si todo doliera un poco y aun así valiera la pena.

Y es que nadie puede reemplazarte.

Ni a ti, ni a la forma en que tus palabras, siempre exactas, sabían cómo describir lo que en mí no tenía nombre.


A veces extraño nuestras conversaciones, esas en las que desarmábamos la vida como si fuera un poema demasiado largo.

Me perdía contigo en las metáforas, en emociones que no alcanzábamos a decir, en versos inconclusos, en verdades que solo se intuían.


Tu letra era hermosa. Firme y delicada a la vez, como si cada trazo supiera a dónde iba. La mía, en cambio, torpe y excesiva.

Y es que ¿quién puede sostener palabras tan grandes con manos tan pequeñas?


Y ahora dime ¿cómo escribo sin ti?

De pronto, todos los cuadernos sobraban, y mi letra perdió su rumbo, como una huella en el agua.


Amaba escribir a tu lado, porque sabía que pronto te perdería y que no tendría esta oportunidad nuevamente.

Y así fue.

Ahora solo escribo sobre el duelo, sobre el hueco que dejaste, sobre cómo me faltas a cada instante.


Hoy te extraño otra vez, como cada día.

Porque nadie, nadie ha podido habitar el espacio donde tú vivías.


Y te seguiré extrañando siempre, porque no pude vivir contigo tantas cosas que me siguen faltando… Como el día en que me vestí de blanco, o cuando me mudé de casa, o incluso ahora… Donde me encuentro preguntándome, ¿qué me dirías si estuvieras aquí?


Tal vez tendría una carta escrita con tu letra, que aún guarda el eco de tu perfume, y quizás unas palabras que me harían pensar y sonreír al mismo tiempo. Porque solo tú lograbas eso en mí.


Y hoy, al mirar atrás, el tiempo se siente distante, y lo que antes parecía enorme se desvanece, como si nunca hubiera sido tan pesado, ni tan importante.

lunes, 5 de mayo de 2025

Tenía unos ojos tan bonitos que usaba lentes para enmarcarlos. Y un corazón tan roto que usaba la música para sanarlo. 

A veces ayudaba, otras veces, el silencio hacía lo suyo y los pensamientos la invadían colándose como viento entre los muros.

También escribía poesía, a veces canciones, y muchos libros que nunca terminaba. Con finales que no se atrevía a inventar, como si darles cierre fuera también una forma de despedida.


Y es que, ¿no se supone que los finales deben ser felices? Pero ¿cómo describir lo que nunca ha sentido? ¿Cómo terminar una historia que aún no ha vivido?


Aún así, todavía espera el momento perfecto para volver a empezar. Pero la vida, terca y sabia, le susurra que a veces basta con dar un paso, incluso sin certezas, incluso sin promesas. 


Porque a veces el único camino es caminar con el alma rota y el corazón temblando.

Y es que muchas veces el alma se cose mientras sigues avanzando.

martes, 30 de julio de 2024

Eras tan colorida
Tan colorida para un mundo gris.
Siempre recuerdo tus colores que combinabas perfectamente 
con tu sonrisa contagiosa e interminable.

Y siempre quise ser como tú, sonriendo y brillando a mi paso,
Pero no sé como lo lograbas aún pasando los momentos más difíciles en tu vida.
Y es que estar contigo era algo tan especial.
Me hacías sentir importante, creativa, valorada, escuchada y amada.

Aunque hoy me siento un poco apagada, en matices grises y bajo sombras.
Puede que nunca me sienta tan libre como a tu lado…
Y hoy hablé de ti, de como eras la mejor escritora de todos los tiempos para mí.
De como cambiabas las historias a tu gusto porque podías.
De como los cuentos cobraban vida con tus relatos.

Me hubiera gustado que leyeras mis historias con tu voz,
Quizás eso hubiera hecho que mis letras continuaran.
Pero dejo todo a medias, porque siento que los finales son innecesarios.
Son innecesarios desde que tu vida terminó abrupta e innecesariamente.
Que el último día que te vi vestías de pijama, 
me dijiste buenas noches y apagué la luz.
Y me niego a pensar que no hay más que ese final.

¿Acaso no sabes que aunque no estés, sigo escribiéndote como si fueras a leerme?
Y más aún cuando escribo con colores,
 Ahí es cuando te siento cerca.
Como si acariciaras mi corazón de un susurro.
Como si no existieran los finales, 
Como si los puntos suspensivos tuvieran vida y valor.

Y yo me aferro a eso, a la calidez de la esperanza.
A volver escuchar tu voz, volver a oler tu aroma y volver a verte.
Y quizás no estuviste por años, pero sigues viva en mi memoria,
Y en mi corazón, donde no hay finales que nos quiten esta historia.

viernes, 3 de noviembre de 2023

¿Sabes de esas veces donde lo tienes todo pero aún así no tienes nada?

Y es que anhelo las veces donde puedo sentarme a escribir tranquilamente sin la presión del mundo en mis hombros.

Cuando soy solo yo y es suficiente… Y no necesito aparentar, y no necesito más que mis palabras.

Porque a veces me olvido de mis propios sentimientos y solo dejo que la vida fluya sin mirarme en retrospectiva.

Así que empiezo a meditar… en mis acciones, en mis pensamientos. Y solo quiero dejar que mi corazón sea quien grite hoy. Liberarme de los silencios. Soltar las cadenas del duelo… Solo soltar.

Pero ¿será verdad que el tiempo sana? Porque han pasado veinte años y aún no olvido.

Aún mis dedos recuerdan las palabras con las que describo el dolor, la tristeza y la vulnerabilidad de mis emociones.

Así que aún no lo tengo claro. Pero me gustaría averiguarlo. Cuánto tiempo debe pasar para sanar… Para sentirme completa. Para no necesitar desahogarme con un blog sin lectores.

Hay cosas que no cambian

 Creo que intentando encontrarme me perdí un poco. A veces leo cosas que escribí hace mucho tiempo y me siento en el mismo estúpido lugar.

Y es que sin ti todo se siente tan monótono…

Porque cada entrada te sigue perteneciendo, cada lágrima, cada desvelo.

Siento que necesito tanto que me digas que estoy haciendo las cosas bien… Porque sino, no me lo creo. Dudo de mi, de mis capacidades, de mi manera de amar, de sentir. ¿Seré muy sensible? ¿Es normal necesitarte tanto? ¿Sentirme tan malditamente perdida desde que no estás?

Sin ti me lo cuestiono todo, y quizás contigo también. Y es que nunca lo sabré.

Y ¿sabes? recuerdo bien las canciones que escuchaba cuando te fuiste, y los poemas que escribí a esa edad, y los sentimientos que me guardé porque era “la pequeña que no entiende nada”. Pero claro que entendí. Entendí perfecto que te fuiste para siempre.

Que ya no tendría tus consejos ni tus retos, que no tendría tus risas, ni tus bromas. Que no tendría tus cambios de humor, ni tus locuras a media noche. Y es que extraño lo bueno y lo malo. 

Y quizás en eso me parezco un poco a ti. O quizás quiero parecerme, quiero encontrarte en mi.

Es que mamá, no quiero olvidarte. 

No quiero defraudarte. 

Y aunque no quiera admitirlo, quizás estarías un poco decepcionada de mi. Pero ¿cómo puedo hacerlo bien sin ti? ¿Cómo seguir sola, sin ti a mi lado?

Sé que entenderías que es difícil, pero no puedes imaginarlo. No puedes describir lo que se sintió dejar de sentir tus abrazos, dejar de contar contigo.

Descubrir que estoy y estaré sola. Porque sin ti, mi corazón siempre tendrá un agujero.

Es que ¿cómo lo vuelvo a llenar? Si mi corazón sigue llorando cada vez que te recuerdo, sigue sintiendo tu pérdida. 

Así que aquí estoy. Un año después, volviendo a desahogarme, con el mismo nudo en la garganta. Con el mismo pelo mojado, mientras caen las gotas para más o menos disimular mis lágrimas. 

Aquí estoy, aún escribiéndote en pasado.

jueves, 27 de enero de 2022

Hace tiempo no me sentaba solo para escribir,
es que el tiempo vuela dicen por ahí, y ni las aves pueden atraparlo.
Y siento que a medida que pasa el tiempo me voy quedando con menos palabras,
a veces en un día ya agoto la mayoría y no me quedan más para usar.

Y hoy mirando hacia los árboles me cuestiono la soledad, 
lo imponente y grande que se siente.
Aún con gente, aún con música, aún con ruido.
Y es que la muerte siempre susurra en tu oído
y te recuerda ese gran vacío que deja.
Ese rastro imborrable como una sombra que no desaparece ni en la oscuridad.

Y es que a veces deseo no sentir,  nada en absoluto, pero no es lo que me enseñaste.
Y aunque te extrañe, tengo que seguir como tú lo querías.
Que aunque no me viste crecer, graduarme, casarme o mudarme,
siempre te imaginé en el marco de la puerta,
con tu sonrisa coqueta y tu aroma que llenaba cada habitación.

Recuerdo que cuando te fuiste quedó un poco de tu perfume
y yo lo usaba para recordarte e imaginar que aún dormías conmigo
y en ocasiones importantes lo usaba para sentir tu compañía.
Pero hace años que se acabó, y no te encuentro en otros lados.

Y así están las cosas. A veces leo lo que he escrito hace tiempo
y siento que no he cambiado mucho,
sigo pensando igual y extrañándote tanto como el primer año,
aún después de diecinueve... 

Sigues siendo mi única destinataria, la que más deseo que me lea.
Así que por el momento seguiré mirando por la ventana,
imaginando tu perfume, imaginando tu silueta,
hasta el momento que vuelva a verte y a leerte cada una de las entradas
de este blog que lleva tu nombre.

domingo, 11 de abril de 2021

Te encontré cuando atravesaba una neblina sin final,
y me ayudaste a desvanecerla.
Pero no es la única manera en que me ayudaste,
A veces me pierdo y es ahí cuando me encuentras.
A veces me escondo del resto y aún así sigues mis pasos,
Sólo para recordarme que no estoy sola,
que aún tengo a alguien en quien recostarme.
Y no quiero que pase el tiempo.
Quiero recordar cada baile y cada risa por el resto de mi vida.
Que la vida se ha encargado de declararme la guerra,
y de hacerme saber que nada es eterno por ahora.
Que puedo perderte, o puedo perderme y nadie lo puede evitar.
Siempre dije que te amaría eternamente, y ese es el problema...
Ni la eternidad parece eterna.
Pero te prometo mi amor por el resto de los días,
aunque el por siempre no esté asegurado,
y aunque la vida nos juegue del otro bando,
prometo estar.
Devolverte un poco el favor, un poco el amor,
Y es que hay cierta nobleza en tus acciones
que ni yo puedo contrarrestar.
Pero este pequeño momento, lo llamaremos eternidad,
y disfrutaremos el hoy,
y disfrutaremos el mañana,
porque al menos, dentro de tanta locura,
nos encontramos.
Nos tenemos
y nos amamos.

 ¿Has sentido que ni el papel blanco lo puedes llenar?
Y tienes todo este remolino en tu cabeza y no puedes simplemente con una frase.
Y es que no soy buena con las fases, 
aún no supero la mayor ni la más pequeña pérdida,
y a veces me siento tan sola...

Tan lejos de lo que solía ser,
De esa niña con sueños diferentes, 
de esa niña a la que no le importaba mojarse sólo por disfrutar un poco de lluvia.
Pero todos cambiamos.

Y no es que me sienta sola,
es que me siento vacía,
me gustaría llenar un poco esta soledad que siento tras tu partida
y es que nadie ha podido llenarla.

Quizás soy solo yo quien deba,
nadie merece esta responsabilidad,
pero a veces siento que no puedo,
que no puedo sin ti.

Que si no estás para decirme que todo estará bien,
no me lo creo.
Que siempre voy a necesitarte,
por mucho que las personas quieran acercarse.

Por mucho que quiera sentirme diferente,
no puedo.
No sin tí.

Y es que tú hacías esa diferencia.
Cambiabas todo en mí y me gustaría habértelo hecho saber.

Me gustaría haber tenido más tiempo contigo...
Sólo para amarte más,
sólo para ver tu sonrisa un poco más de tiempo
y recordarla cuando la necesito.

 Y recordarte... cuánto lo necesito.