lunes, 29 de junio de 2015


Estaba viendo esas fotografías de cuando era pequeña,
de cuando estabas a mi lado sonriendo.
Siempre fuiste tan contenta, te recuerdo siempre tan feliz.
Y encontré esa fotografía que siempre he amado.
Esa en la que ni siquiera miras a la cámara,
tu brazo me sostiene y me miras fijamente.
Puedo ver todo ese amor de madre entrando a mi vida.
Te sonrío de vuelta. Te quiero de vuelta.
Dios, te extraño tanto, tanto tanto.
A veces tan egoístamente,
porque me siento tan sola sin ti.

Y hace tanto que no estás a mi lado,
que ese deseo de pedirte hace más de diez años,
se perdió con el tiempo, y así como tú,
no queda más que el recuerdo.
Te fuiste tan joven y me dejaste tan niña.
En esa época donde para mi, la muerte era algo desconocido.
Pero he de admitir, que aún no la entiendo por completo,
que si se trataba de que alguien se fuera,
hubiera sido la primera en la fila de devolución y cambio.
Porque la vida se siente tan triste sin ti,
porque me brindabas todo el color y la alegría,
toda la armonía.

luchaste tanto, tanto tanto.
Que nadie sería capaz de reprochártelo,
ni dudarlo por medio segundo.
Hasta me hiciste cuestionar todo lo que el ser humano
puede lograr y cuánto es capaz de aguantar.
De ejercer fe, de practicar la decisión y valentía.
Y aunque ahora no te tengo, sigues siendo mi heroína,
la mejor mamá, la más luchadora, la más amada.
La más extrañada.

Hoy te pensé, Dios, cuanto te pensé.
Y te volví a extrañar como ayer. 
Te extrañé tanto, tanto tanto.
Cuánto quise vivirte en mis sueños
y cuánto quise sentirte despierta.
¿Sabes? Dicen muchos que saqué tu sonrisa, irónico,
porque es una de las pocas cosas que me quedan de ti,
y la que menos se vio cuando te fuiste.
Me dicen que tengo tu mirada,
esa que aparece cuando me hablan de ti.
Y me dicen que tengo tus manos,
pero cuanto hubiera querido que tú misma me lo dijeras.
... Cuánto hubiera querido, que hoy estuvieras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario