martes, 28 de abril de 2020

Te escribo nuevamente...

Recuerdo escribirte desde el día uno en que te perdí, era de noche y me senté en tu cama, que seguía oliendo a ti.
Y miraba toda esa ropa que ya nadie usaría, y ese perfume que deseé me durara eternamente... Tampoco me dejaron conservar tus cuadernos, y tus fotos las rompiste tú misma porque ya no eras la misma. 
Me pregunté cuanto tiempo duraría todo como estaba.
Me pregunté si podría usar tu maquillaje.
Me pregunté si las flores con las que hablabas sabrían que ya no escucharían tu voz nunca más.
Me pregunté si el cielo lloraba por tu ausencia de vida.
Y sigo preguntándome cómo es que todo alrededor se veía tan igual, cuando todo por dentro había cambiado.
Recuerdo que a veces me imaginaba tu risa solo para no olvidar aquella melodía... pero hoy he decir que la he olvidado.
También intentaba hacer los mismos bailes que hacíamos los domingos para no olvidar tu alegría, pero dieciocho años después, sigo sin poder hacer tus pasos.
Y sé que no soy la única que te extraña, no solo eras madre, sino también hermana, hija y esposa.
Pero quien te escribe ahora es tu hija, que nunca me sentí menos hija por perderte.
Solo me sentí un poco más sola en situaciones donde sé, serías la primera en dar pelea.
Y no me queda otra más que escribir al vacío, sabiendo que solo queda esperar.
Que el tiempo es dueño de las respuestas, y al parecer, de las cicatrices que la vida te deja.
Pero me gusta pensar que algún día volveré a recordar todo lo que he olvidado, y volveré a vivir todo lo que me perdí a tu lado.
Que si no hay un adiós, significa que aún no ha terminado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario