domingo, 29 de septiembre de 2013

Hoy me decidí a quemar tu carta. 
Sí, la que no sabía que hacer con ella... 
Aquella que cada vez que la leía me sentía de mil formas diferentes; 
recuerdo que la primera vez la leí mil veces para no olvidar nada, 
y tiempo después la volví a releer y aún me sabía todo de memoria. 
Con el paso de los años lamenté el día en el que la recibí, 
porque ese día cambió todo 
y porque aún recuerdo cada palabra que escribiste. 
Recuerdo las 17 líneas exactas, las 143 palabras continuas, 
las 9 comas ortográficas, los 6 puntos aparte... 
Y créeme que también recuerdo perfectamente que 
se te olvidaron ponerle 
algunas cuantas verdades.

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